Coronavirus y judicatura
Pasados varios días con los juzgados locales y federales cerrados, la pregunta inmediata es: ¿y cómo lo ha resentido la ciudadanía, qué ha hecho ante la ausencia de juzgados? Claro, los temas urgentes (así definidos por ley o por acuerdo del respectivo Consejo de la Judicatura) se siguen atendiendo, pero ¿acaso no lo es todo para los directamente afectados?
La situación impuesta por esta pandemia es compleja. De pronto parece que no hay mucha necesidad de esos juzgados que suelen tardarse más de lo esperado para resolver los juicios. A menos que seas el afectado.
Si alguien estaba a punto de pagar una deuda por orden de un juez, ahora tendrá tiempo de esconder sus bienes. Lo mismo si no se trata de bienes embargados. Ni se diga del patrón que revende la empresa para evitar el cobro forzoso. Los herederos o albaceas pillos tienen días de regalo para planear sus trampas.
¿Cuáles son los alcances del cierre de juzgados? Lo veremos cuando todo sea urgente. Por lo pronto, la pandemia ha puesto en cámara lenta algo que se ha buscado por mucho tiempo fuera lo más rápido posible: la administración de justicia.
Como en todos los terrenos donde hay intereses por resolver, la ciudadanía ha comenzado a buscar nuevas formas de finiquitar sus problemas. En los problemas laborales se hacen convenios y se fijan formas de pago útiles a las dos partes. Terminan por dar la razón a la reformas laboral: hay que empezar con la conciliación. Por supuesto, muchos patrones no quieren o no pueden llegar a ningún arreglo. Las pequeñas empresas no tienen fondos para pagar salarios, ni deben abrir bajo pena de contravenir indicaciones oficiales (o de ser contagiado); las grandes empresas, en general, son escépticas a la fuerza de los trabajadores o de los cerrados mecanismos de resolución legal. Esperan con calma a que los trabajadores sepan qué hacer.
Lo mismo sucede entre comerciantes: los hay muy solidarios y los hay que hacen sus cuentas con la frialdad que impone, por ejemplo, el pago de impuestos inminente.

Lo más peligroso de esta pandemia, es que la ciudadanía encuentre mecanismos en apariencia más sencillos y eficaces para resolver sus problemas. Mientras todos cumplan, no habrá problema: pero si no hay cumplimiento, entraremos al camino de la justicia por propia mano.

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