ESTADO PARALELO/ “DERECHO Y SOCIEDAD notas para entender la realidad” de Samuel Hernández Apodaca (Edit. Paideia Mx)
ESTADO PARALELO
Ricardo Guzmán Wolffer
El reciente conflicto causado
entre México y Estados Unidos por el secuestro de 4 estadounidenses, con la
muerte de 2 de ellos, en Matamoros, Tamaulipas, muestra la existencia de una
estructura de poder paralela a la estatal y evidencia que los mínimos
resultados en la búsqueda de personas desaparecidas (más de cien mil en cifras
oficiales) conlleva una intención estatal.
Bastó que las
víctimas fueran estadounidenses para que se activara el verdadero poder del
Estado Mexicano y, en unos días, se diera con los cuatro secuestrados, dos de
ellos sin vida, y se lograra la captura de un posible delincuente involucrado
en tales delitos.
Esto llama la
atención porque contrasta con la ausencia de resultados en relación con las
desapariciones de mexicanos, como fue reclamado por parientes de desaparecidos.
Lo realmente destacado de este asesinato es que los propios narcotraficantes
entregaron a cinco personas con una carta de justificación y disculpa,
explicando que habían actuado sin permiso, pues “Se activaron bajo su propia
determinación e indisciplina y contras las reglas en que el CDG (Cártel Del
Golfo) ha operado siempre, respetando la vida y la integridad de los inocentes.”*
Los 5
delincuentes entregados por el cártel fueron vinculados a proceso, con lo cual,
por un lado, se legaliza la actuación de los delincuentes que “respetan la vida
de los inocentes”, convirtiéndolos en fuerzas del orden, más capaces que las
fiscalías, guardia nacional y policías encargadas de estos delitos. No sólo en
el discurso, también en las acciones prejudiciales y ya en las judiciales los cárteles
son más efectivos que el Estado Mexicano pues, incluso, entregaron una de las
armas usadas en los delitos, con otras que, si se investiga y hay un Registro
de balística criminal, sin duda podrán ligarlas a otros crímenes.
El análisis
conjunto de los hechos es inevitable. El Estado Mexicano y el cártel en
cuestión tienen intereses comunes: son eficaces sólo cuando quieren; tienen un
discurso idéntico (“respetar la vida de los inocentes”) y, salvo en los delitos
contra estadounidenses, están impuestos a seguir con sus respectivas agendas
discursivas y de negocios (uno por omisión y otro por sobrada acción).
En el libro “DERECHO
Y SOCIEDAD notas para entender la realidad”, coordinada por Samuel Hernández
Apodaca (Edit. Paideia Mx) se dan algunas posibilidades para reaccionar a este
hecho que pronto dejó los reflectores nacionales, pero cuyas consecuencias en
los familiares de los asesinados y en la relación binacional continuarán por
años, con la posibilidad de que incidan en acciones de política criminal, al
menos estadounidense.
Se analiza la
desobediencia civil cuando la realidad es ajena a la norma legal y su
aplicación (en parte, por la falta de un Estado que vincule las leyes con las
necesidades sociales verdaderas), pero en un caso como el de Matamoros, donde
hay dos estructuras de poder y una se hace obedecer con la violencia que
debería ser monopolio legal del Estado, más le vale a esa población obedecer
los toques de queda y pagar el derecho de piso, pues las consecuencias de la
desobediencia son brutales; a menos que opten por migrar, como ha sucedido en
muchas ciudades del país.
En otro ensayo
se propone anteponer la educación y la planeación pública a mediano y largo plazo
para erradicar la corrupción. Indudable acierto, salvo que todo indica que no
es con el Estado con quien habría que hacer tales planes.
Quizás, como
plantea el doctor Silvino Vergara Nava, cuando políticos y población comprendan
que los derechos no son normas, sino principios ineludibles que deben
protegerse dentro y fuera de las leyes, otra realidad enfrentará esa
delincuencia, hoy capaz de funcionar mejor que diversas estructuras estatales,
vista su permanencia, su control social y su capacidad de imponerse sin atender
a ningún derecho fundamental. La gravedad de comparar lo sucedido en Matamoros
con la regular inmovilidad gubernamental (salvo en el discurso) en la
resolución de crímenes de este tipo (secuestro y homicidio) en el resto del
país, plantea la posibilidad de que en otros lugares simplemente cambie el
nombre de la estructura paralela de poder y que revertir esa situación sea sólo
una legítima aspiración, apenas comprensible en hipótesis académicas de Teoría
del Estado.
*Aristegui
noticias 20/3/2023
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