LA OBLIGACIÓN DE SER AGREDIDO/ “Gandallas” de Héctor Domínguez Ruvalcaba
LA OBLIGACIÓN DE SER AGREDIDO
Ricardo Guzmán Wolffer
El reciente atentado contra el
juez federal Gabriel Domínguez Barrios, quien recibió dos balazos en el tórax,
y su hijo de 18 años, quien fue apuñalado, evidencian el riesgo permanente de
los juzgadores federales. Juez de impecable trayectoria, actualmente en un
Juzgado de Distrito en materia laboral, recibe por segunda ocasión un intento
de homicidio.
Esa rectitud en su desempeño ha
terminado por enfrentarlo con grupos criminales dispuestos a todo, incluso
afectando a su familia. Es fácil disfrazar un atentado premeditado bajo la
apariencia de un robo.
La “Revista del Centro de
estudios constitucionales” de la Suprema Corte de Justicia de la Nación” de
enero-junio de 2021 tiene un notable texto: “Propuestas para mejorar el sistema
de selección y evaluación de desempeño de los jueces federales en México” de
Rosa María Rojas Vértiz. Ahí se establecen requisitos adicionales para la función:
independencia, objetividad, etc. Incluso se sugiere que el Consejo de la
Judicatura Federal sólo sea formado por “miembros del Poder Judicial de la
Federación y representantes de la sociedad civil”, pero no se menciona esta
peculiar obligación asumida para la función: la de ser agredido, muchas veces
con resultados mortales. La lista de jueces y magistrados federales violentados
y asesinados no es menor: representan a la Federación misma (Constitución Federal
dixit) y su custodia implica la guarda del orden nacional. No son sólo la
persona y su hijo afectados, son el símbolo de la legalidad agredida. En un
país de creciente impunidad, cada vida debe contar: será cosa de tiempo para
suponer que no sólo los juzgadores tienen esa obligación de asumir la agresión,
también los ciudadanos.
+++
En su nuevo libro, “Gandallas”
(Edit. Ariel), Héctor Domínguez Ruvalcaba (investigador multipremiado en
Austin, Texas) habla de las fuentes culturales de la violencia en México. Se
establece la comprensión de la criminalidad nacional a partir de la visión de
la víctima. La criminalidad es una constante nacional. Ser ciudadano es una
forma reactiva, más que participativa, de la vida pública.
Los criminales de Domínguez son
esos “gandallas” cuya forma de vida es la maldad: romper la ley puede ser una
diversión, una adicción o una subversión de la propia condición: Maciel, el
Mochaorejas, la Mataviejitas, Duarte y los feminicidas representan distintos
aspectos del mexicano.
Ante la interiorización de la
maldad, el gandalla inicia su peculiar violencia con un lenguaje que llega a
idealizarse como una forma de resistencia ante el estado. Así, la ley parece
quedar excluida, pero no hay una intención contestaria real: bajo la bandera
del anarquismo justiciero del secuestrador y mutilador Mochaorejas se esconden
goces individuales que terminan por evidenciar que el Estado de derecho no
logra moldear a los individuos en beneficio de la sociedad. Al gandalla no le
importan los avances en la ley. Los actos opresivos también llegan de grupos
religiosos y en la figura de Maciel, destaca Domínguez, se pervierte lo divino
y se hace un arte del abuso infantil.
La criminalidad no sólo cumple
con goces personales, también hay una clase política que gusta del
autoritarismo y se regodea en el asalto al erario. Necesariamente esto tiene
como contrapartida la represión de periodistas y comunicadores que publicitan
estos robos: con una violencia que resulta sintomática, la periodista Regina
Martínez es estrangulada en su domicilio; además de la victimización hay una
censura siempre gandalla que busca perpetrar el abuso de estos grupos políticos
que tienen con la delincuencia una interconexión inocultable.
En México, las leyes parecen
olvidarse; los más esenciales derechos humanos se pierden ante los gandallas
delincuentes, los gandallas escondidos en el uso de la religión, los gandallas
políticos sociópatas y los gandallas individualizados que reflejan la
marginación inamovible de zonas donde el secuestro y otros delitos no
sorprenden. La ley resulta una aspiración apenas.
Un libro notable para evidenciar
a los gandallas de Héctor Domínguez como unos irremediables usufructuarios de
la crueldad ilegal.
+++
Busque el podcast de “Las
emociones/relaciones peligrosas, falta de preparación emocional” en “Literatura
y derecho” de Ricardo Guzmán Wolffer en Spotify y plataformas afines.
Comentarios
Publicar un comentario