DE SECUESTROS, CONSULTA Y PUEBLO BUENO/ “Érase que se era un juez. Ilustración de virtudes y vicios judiciales en la literatura” de Miguel Bonilla López (Editorial Ubijus)

 

EDITORIAL Si leer por gusto es consumo capitalista, quien lee (y lo goza) como parte de su trabajo no debe tener beneficio social. Leer para laborar mejor no sólo es disfrutable, es necesario. Pero si la lectura sólo puede justificarse para la utilidad social, sin considerar el beneficio individual, cabría suponer que sólo debemos aceptar trabajos que no disfrutemos.

                Afirmar que no es conveniente leer para propósitos lúdicos, no sólo desatiende a la necesidad educativa nacional donde la lectura es fundamental, también va en contra de la promoción laboral que conlleve la realización personal con la lectura. Un país sin trabajadores ni lectores apenas podrá ser autosuficiente económica y culturalmente.

DE SECUESTROS, CONSULTA Y PUEBLO BUENO

Ricardo Guzmán Wolffer

En Oaxaca (San Juan Mazatlán) para exigir el pago de adeudos (10 millones de pesos) al edil, Macario Eleuterio Jiménez, fue necesario secuestrar a dos personas (una diputada local y un trabajador) y cerrar la carretera transístmica (lo cual ocasionó una muerte, un parto en el propio vehículo y afectaciones económicas millonarias). Ante el reciente ejercicio de consulta popular cabe replantearse la interacción entre población y gobierno para que éste encamine sus acciones a las indicaciones directas de los votantes.

Si no se prueba que los citados adeudos son inexistentes, se establece que el reclamo de los habitantes es justo. Si lograra replicarse el esquema de la consulta popular en tal poblado para lograr el pago, por supuesto que se obtendría mayoría vinculante. Preocupados los actores políticos en la liberación de los rehenes y la apertura de tan importante vía de comunicación, no se establece la sanción para el funcionario municipal por su incumplimiento. Se enjuicia a la gente que no encuentra la vía para inconformarse ante la omisión de pago. De ahí la importancia de la consulta popular: para muchos ciudadanos es la única manera de expresarse. Más que su resultado, su implicación libertaria es fundamental. Que no se den las condiciones para aplicarse en todos los abusos de autoridades sobre la población, así sea municipal, es otro asunto. Si no se ha intervenido para que los responsables del impago sean sancionados y los adeudos, legales hasta donde se sabe, sean pagados, las opciones para la población se minimizan. En apariencia, de nada habría servido hacer las denuncias penales y administrativas respectivas, pues seguían sin recibir el pago hasta que decidieron cometer actos ilegales para ser atendidos. En estas condiciones, una consulta popular municipal que obligara a la autoridad competente a actuar contra el edil que ha incumplido injustificadamente, sería la mejor opción. Un ejercicio de democracia, pero también de justicia social.

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“Érase que se era un juez. Ilustración de virtudes y vicios judiciales en la literatura” de Miguel Bonilla López (Editorial Ubijus) es un ejercicio notable para repasar no sólo figuras procesales milenarias e insertarlas en las nuevas tecnologías: la sustitución del juzgador por el ojo del “Gran hermano”, por ejemplo. La avalancha de datos y libros no oculta el logro didáctico del autor que se cuestiona el papel del juzgador, pero también del litigante y de las partes del juicio para establecer la profundidad conceptual y representativa de lo jurídico en la psique humana y el sentido representativo de lo legal. Libros antiguos, cine contemporáneo y una reflexión multidisciplinaria llevan al lector a mirar con otros ojos a juzgadores en su acepción humana; que requiera de una fortaleza direccionada a la justicia procesal es otro tema, pero no puede pedírsele que sea ajeno al drama que vive en cada juicio.

                Un libro notable en la disciplina de “Derecho y literatura” que no sólo llama a ver el derecho con mayor profundidad, sino que se convierte en una atractiva fuente de recomendaciones literarias y artísticas; además de recordar que el juicio justo equipara a ricos y pobres. Un triunfo más del notable autor Bonilla López, garantía de calidad literaria.

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