PAGOS PATRONALES Y RIESGOS DEL TRABAJO EN CASA/ reseña de Germinal de Zola
PAGOS PATRONALES Y RIESGOS DEL
TRABAJO EN CASA
Ricardo Guzmán Wolffer
La necesidad de evitar el
contagio del Covid-19 ha modificado en definitiva las relaciones laborales. Los
trabajos se dividen ya entre los que se pueden hacer en casa y los que no.
Entre muchas novedades, deben establecerse debidamente los pagos regulares para
las personas que trabajan en su vivienda a partir de que se dio la pandemia:
quienes se contrataron bajo el esquema de teletrabajadores, asumen todas las
consecuencias de ejercer domiciliados.
Más allá de los ahorros que haga
el trabajador en no desplazarse al centro laboral, el patrón debe darle todas
las herramientas para desempeñar la función encomendada: computadoras,
programas de software, luz, etc. Sin embargo, los gastos cotidianos del empleo casero
son absorbidos por el trabajador, desde el pago de energía eléctrica hasta el agua
que son inherentes a una estancia laboral. En lugares donde es imprescindible
el aire acondicionado para laborar toda la jornada, los pagos de luz o gas se han
elevado. Las 8 horas que se mantenían apagados tales aparatos, por lo menos,
ahora están encendidos.
Las jornadas laborales se han
desdibujado. El trabajo a distancia elimina la supervisión directa del empleado.
El nuevo formato se limita a los resultados que rinda el trabajador para
cumplir con el encargo. Se rompe con los horarios máximos. Muchos trabajadores
son compelidos a exceder los horarios que en la oficina eran registrados. El
pago de horas extras se complica.
En algunos centros de trabajo ya
se ha proveído a los trabajadores de sillas ergonómicas. Si los nuevos
teletrabajadores estarán frente a la computadora la jornada laboral completa,
sus patrones deben proveerlos de tales muebles, no sólo de herramientas del
trabajo; también en forma preventiva de los riesgos ortopédicos de permanecer
sentados durante horas en sillas inadecuadas. Si la venta de mascarillas y
caretas especiales se ha disparado, pronto sucederá lo mismo con muebles de
oficina. A menos que el patrón asuma los costos de las enfermedades derivadas
del asiento prolongado.
El riesgo de trabajo derivado de no contactar
con el resto del personal, en lo psicológico, traerá nuevas enfermedades
mentales. La soledad del confinamiento, en las horas laborales, conlleva una
afectación que será apreciada a mediano plazo. El efecto psico-social de ocuparse
a distancia incide en una posible enfermedad mental-emocional. Si se determina
con dictamen médico que hay una causa-efecto entre el teletrabajo y la
afectación mental o física deberá cubrirse al trabajador tal enfermedad.
La violencia familiar puede tener
causa en tal modalidad laboral. Si la colisión familiar se da en horas
laborales, podría ser un riesgo de trabajo. La tensión que se daba y resolvía
en el trabajo, en las inevitables fricciones con otros trabajadores y jefes,
ahora se da con la familia.
Mientras los legisladores
modifican la Ley Federal del Trabajo en pro de la salud de los trabajadores en
la pandemia, se acudirá a las autoridades laborales jurisdiccionales, ya
saturadas con miles de juicos.
++++
“Germinal” de Émile Zola (Edit.
Akal), narra la vida cotidiana de los trabajadores mineros. Cuando la reforma
laboral replantea temas de representación sindical y aspectos procesales, las
condiciones laborales de los sectores mineros comprenden aspectos únicos que
parecen no haber variado desde el siglo XIX en que se publicó “Germinal”, en
cuanto a los riesgos laborales. Las desgracias mineras no son exclusivas de
México.
El naturalismo
de Zola recrea la vida en la mina y nos muestra con detalle los sufrimientos,
riesgos y pensamientos de los trabajadores, que hacen comprensible la huelga
descrita en “Germinal”. Su descripción es tan detallada que logra la empatía
con el lector, además de resultar una veta valiosa para la introspección de las
reformas laborales en sus alcances históricos y de justicia. Las ilustraciones
de Férat hacen más valiosa la edición. Un libro útil y sorprendente que
evidencia que la literatura mayor no caduca.
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